El 10 de agosto de 1519 se inicia la salida desde el muelle de las mulas del puerto de Sevilla de las Cinco Naos, llamadas Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago que formarían parte de la expedición que daría la vuelta al mundo. Aunque saliendo en distintos días, todas ellas atravesaron el río Guadalquivir para reunirse en Sanlúcar de Barrameda donde comenzarían esta maravillosa y dura hazaña el 20 de septiembre de 1519.
Existen contradicciones en cuanto a los tripulantes que formaron parte de la expedición, ya que algunas fuentes declaran 265, pero los documentos originales analizados recogen 244 los tripulantes que partieron desde Sanlúcar de Barrameda. Algo que también se recoge en los documentos es que la tripulación la componían hombres de más de 10 nacionalidades distintas con cerca de 28 profesiones o roles diferentes.
La primera parada la hicieron en Tenerife 6 días después de salir de Sanlúcar, donde se queda uno de los hombres y embarcan 4 tripulantes más. Un total de 247 hombres parten cruzando el mar en busca de las especias.
Magallanes decide poner rumbo Sur lo cual desconcierta a los españoles ya que se trataba de una ruta portuguesa, pero a la altura de Guinea tomó rumbo oeste hacia América. Una travesía que duró 75 días hasta llegar a la Bahía de Sepetiba donde permanecieron 14 días antes de partir de nuevo rumbo a las Molucas. En esta parada se produjo el primer fallecimiento de uno de los tripulantes, el maestre de la nao Victoria fue sentenciado a muerte. En su lugar se incorporó un nuevo tripulante a la expedición, un "hijo" mestizo del piloto Juan Lopes Carvalho, fruto de una relación mantenida en un viaje anterior hasta aquí.
El 27 de diciembre salen de la Bahía de Sepetiba costeando hacia el sur hasta que entran en el Río de la Plata, donde exploran durante 22 días tanto el Río de la Plata como el río de Uruguay en busca del paso al otro lado de América, algo que 3 años antes intentó Juan Díaz de Solís, el cual fue asesinado en su intento.
Sin éxito parten el día 2 de febrero de 1520 moviéndose en un territorio desconocido costeando hacia el Sur y explorando cada entrante y cada bahía, pero el clima se va volviendo frío por lo que deciden permanecer en el Puerto de San Julián durante 148 días. Periodo en el que surgieron muchos conflictos y algunas muertes, entre las que se empiezan a suceder muertes por enfermedades relacionadas posiblemente con las circunstancias del viaje
Pero también se produjo otro suceso relevante, la nao Santiago, enviada a explorar algo más al Sur mientras los demás permanecían en el Puerto de San Julián, al parecer encallo estando anclada por la gran oscilación de la marea, perdiéndose la nave, en la que solo falleció un esclavo. Pudieron recuperar la mayor parte de los enseres y víveres que contenía el buque. El 24 de agosto deciden salir de nuevo a la mar, pero las condiciones meteorológicas hacen que 2 días después tengan que parar en el Puerto de Santa Cruz durante 53 días más.
El 18 de octubre se ponen de nuevo en marcha descubriendo el Cabo Vírgenes y se empiezan a adentrar, sin ser conocedores de ello en el ansiado paso al otro lado de América. Esto se debió a que a consecuencia de una gran borrasca la nao San Antonio y la Concepción se alejan hacia lo que parecía ser el fondo de una bahía, la sorpresa fue que se encontraron con un canal. A los tres días volvieron hacia donde se encontraban la Victoria y la Trinidad para contarlo. Magallanes decidió que estas dos naves sirvieran de avanzadilla, momento que el piloto portugués Esteban Gómez aprovecha para hacerse con el mando de la San Antonio durante la noche y abandonar la expedición de vuelta a España. El resto de la expedición pasaron varios días buscando la nao San Antonio, pero decidieron continuar atravesando el estrecho durante 28 días alcanzando el mar del sur al que bautizaron como Océano Pacífico.
La climatología fue propicia, pues la ausencia de borrascas y el viento a favor hizo que avanzaran considerablemente en una travesía tan larga, sin embargo, la carencia de agua y alimentos enfermo a parte de la tripulación muchos de los cuales fallecieron en esta trayectoria. Por fin llegaron a una isla, la isla de Guam. Permanecieron en la isla 3 días y partieron de nuevo en una travesía de 7 días hasta llegar a la isla de Homonhon, donde les trataron muy bien y pudieron descansar y recuperarse muchos de los enfermos, aunque algunos no lo lograron. Tras 9 días de permanencia en la isla avanzan hasta la isla de Mazava, donde establecen lazos con el rey de la misma y se ofrecen a guiarlos hasta Cebú. Magallanes cristianiza aquí a cientos de indios ordenando levantar una gran cruz en el punto más alto de la isla.
l 4 de abril de 1521 parten de nuevo y 3 días después llegan a Cebú donde estrechan lazos con los indios y cristianizan a miles de ellos. Sin embargo, el rey de la vecina población de Mactán desafía a los expedicionarios, ante lo cual Magallanes acude con pocos hombres allí, que son sorprendidos por miles de guerreros indios que les estaban esperando. Magallanes muere valientemente defendiendo la retirada de sus hombres, siendo alcanzado en la frente por una lanza, y cae allí junto con otros 7 compañeros.
El rey de Cebú traiciona a los expedicionarios al invitarlos a una supuesta comida de desagravio para reforzar lazos tras la muerte de Magallanes. Todos sospechan que puede tratarse de una emboscada, pero también consideran que sería un acto de cobardía no acudir, de modo que muchos de los mandos asisten. Los peores pronósticos se cumplen, y mientras el rey distrae a los expedicionarios, entran cientos de guerreros en la sala y pasan a cuchillo a todos ellos. El resultado es desolador: mueren asesinados nada menos que 26 hombres.
El 1 de mayo los indios exponen frente a las naves donde permanecían los demás expedicionarios al capitán Juan Serrano, herido y maniatado, que les implora a gritos que no le abandonen allí. Sin embargo, ante la imposibilidad de hacer frente a tal cantidad de guerreros, no tienen más remedio que terminar por emprender la huida con la esperanza de que no moriría.
La expedición se dirige al sur y encuentran la isla de Bohol. Al verse tan reducida la tripulación deciden quemar la Concepción, quedándose así con la Trinidad y la Victoria.
El nuevo capitán Lopes Carvalho demuestra no saber qué hacer. Nadie entendía con qué criterio se aparta del camino al sur que los llevaría hacia el ecuador, donde sabían que estaban ubicadas las Molucas. Recorren de isla en isla la zona del mar de Joló, al parecer perdidos y sin tener claro hacia dónde poner rumbo. No se fían de los indios que encuentran, y la situación de escasez empieza a ser muy preocupante otra vez. Terminan por encontrar la isla de Palawan donde se pueden surtir al fin de abundantes provisiones. Allí tienen noticias de la riqueza de la cercana Brunéi, en la isla de Borneo, donde acuden.
Tras 20 días en Brunéi y algunos errores cometidos con los lugareños deciden continuar la ruta hacia las Molucas, pero continua el recorrido caótico de la expedición hasta que poco después de salir de Brunéi la Trinidad encalla. Localizan un puerto apropiado en una isla de difícil identificación -entre Borneo y Palawan- y se produce una demora de 37 días para su reparación. En estas fechas hay un acuerdo por el que cesan a Lopes Carvalho de la capitanía general, que es asumida por el alguacil Gonzalo Gómez de Espinosa, quien desde la salida de Cebú ya había desempeñado la función de capitán de la nao Trinidad. Por su parte, Juan Sebastián Elcano es nombrado capitán de la nao Victoria. Con esta nueva organización, el plan es claro: buscarán sin demora las Molucas, y volverán a España cargados de especias. Libran un combate con una nave que se dirigía a Brunéi, y toman en ella rehenes que les sepan dirigir a las Molucas. Más adelante, el 28 de octubre tocarán nuevamente la isla de Kagayan y pagarán a dos pilotos para que les guiaran. En sólo 10 días, estaban ya viendo los picos volcánicos de aquellas islas, las islas de la Especiería.
A su llegada a Tidore los españoles son muy bien recibidos por el rey local, un tal Almansur al que evidentemente enseguida llaman Almazor. Es musulmán, porque los árabes habían llegado mucho antes allí para comerciar con las especias. Los portugueses, de los que por cierto no estaban teniendo noticias, no debían haberlo tratado muy bien, porque el rey les pide de todas las formas posibles que se queden para protegerle de éstos. No solo ofrece vasallaje al Emperador Carlos I, sino que incluso propone que Tidore pase a llamarse Castilla.
Estando en Tidore les informaron de que Portugal hacía 10 años que había localizado las Molucas, y aunque no había podido aún tomar posesión de ellas, sí que había establecido un almacén en la isla vecina de Ternate. Los españoles se dan cuenta de que debían apremiar su salida para evitar problemas, así que el 25 de noviembre empiezan a cargar las naves de clavo, y el 8 de diciembre, después de haber atrasado la salida casi una semana parten rumbo Sur, con cientos de canoas rodeándoles en la despedida.
Sin embargo, justo al zarpar la Trinidad advierte un problema. Le cuesta avanzar. Ambas naves maniobran y dan la vuelta, y ya fondeadas se descubre que la Trinidad hacía aguas de forma muy peligrosa. El rey Almasur dispuso buzos para localizar la entrada de agua, sin éxito. Por fin descubren que el problema es más grave que una simple vía de agua, puesto que probablemente por la sobrecarga, agravada quizás por una mala reparación tras haber encallado en el mar de Joló, las cuadernas se habían desencajado. Ello obligaba a descargar la nave, y pese a que el rey trae carpinteros para ayudar, la reparación de la Trinidad iba a precisar meses.
Se sabe que a comienzos de abril estaba por fin reparada, y se cargó esta vez con unos mil quintales de clavo -200 menos que antes-. zarpó con 55 hombres, dejando allí a cuatro españoles al cargo de un depósito de clavo, pero una enorme tormenta de doce días de duración dejó la nave destrozada y casi ingobernable. Dieron la vuelta y tras descubrir las 14 islas Marianas, y fallecer en el mar 31 hombres por falta de alimentos, los portugueses les apresaron cerca ya de Ternate, con tan solo 20 supervivientes a estas alturas. Remolcaron la nao hasta Ternate, donde se hundió al proceder a descargarla. Los supervivientes fueron hechos prisioneros, y tratados con extrema dureza. Fallecieron casi todos. Uno de ellos consiguió volver a España por sus medios a bordo de una nao portuguesa, otros cuatro fueron llevados todavía presos a Portugal, de los cuales tres fueron rescatados y uno murió. En cuanto a la nao Victoria zarpó el 21 de diciembre de Tidore. Durante varios días recorren diversas islas del archipiélago de las Molucas, en las que recogen muestras de las especias que en cada una se dan para llevarlas al Emperador, sin dilatar tiempo en ello y ganando Sur. Sufren una fuerte tempestad por lo que hacen parada en la isla de Mallúa donde hacen reparaciones a la nao y tras 15 días allí parten hacia Timos donde permanecen 11 días más.
El 7 de febrero de 1522 Elcano y su grupo de hombres demuestran una audacia extraordinaria por cómo se plantean la vuelta: llegar a España navegando hacia el Oeste, evitando las rutas portuguesas para evitar ser apresados, para lo cual no harán escalas y viajarán alejados de la costa. Y si lo consiguen, serán los primeros en completar la vuelta al mundo.
Elcano sabe que es una misión casi suicida, en la que se va a enfrentar al Océano Índico desconocido hasta entonces en las latitudes Sur que se propone recorrer y, de hecho, estará a punto de descubrir Australia-, tendrá que doblar el temido Cabo de Buena Esperanza, con fama de ser uno de los que las corrientes y los vientos son siempre imposibles para la navegación, y después deberá remontar el Atlántico, alejado siempre de la costa. Pero la ilusión no sólo por volver, sino por saberse los primeros en dar la vuelta al mundo y por entrar así en la Historia llevará a estos hombres a alcanzar su objetivo, aunque no sin imprevistos y, por supuesto, sin un sufrimiento extremo y el acecho de una muerte casi segura.
Fueron muchas las adversidades que se encontraron. Por fin alcanzaron el Océano Atlántico con vientos propicios que les hicieron avanzar a gran velocidad, pero las enfermedades progresaban provocando la muerte de varios tripulantes. Es por ello que deciden hacer parada en las Islas de Cabo Verde a pesar de encontrarse allí los portugueses.
Aquí muestran su extrañeza al ver que los portugueses dicen que están a 10 de julio, mientras que según su cuenta es día 9. Más tarde averiguarían que al haber dado la vuelta al mundo hacia poniente habían perdido un día. Pero los expedicionarios no van a encontrar aquí descanso. Los portugueses enseguida les van a descubrir.
A los tres días de permanecer en Cabo Verde, el bajel que se había acercado nuevamente al puerto no volvía. Las autoridades de la isla habían descubierto la verdad y estaban reteniendo a los 13 hombres que en él iban -pocos meses después el Emperador Carlos V conseguiría su rescate-. Los españoles habían pretendido comprar algunos esclavos para aliviarles en la labor de achicar agua con las bombas, algo que desde hacía días les estaba extenuando debido a una vía de agua que se había abierto en el casco de la Victoria y que no podían reparar. Y para realizar el pago cometieron el error de usar clavo. Los portugueses enseguida les descubrieron.
En la Victoria aguardaron toda la noche la vuelta de sus compañeros navegando cerca de la isla, y temiéndose lo que estaba ocurriendo. Por la mañana del día siguiente se acercaron al puerto, donde acudió una embarcación portuguesa que les avisó de que sus compañeros habían sido detenidos, y que las autoridades les pedían entregar la nave. Elcano larga velas inmediatamente, emprendiendo así la huida. Son muy pocos para gobernar la nao, pero tendrán que arreglárselas. Y decide despistar a los portugueses. Toma rumbo Sur.
Navegando a vela, el camino a España desde Cabo Verde no pasa por las Islas Canarias, como habría sido lo más interesante para la Victoria Tendrá que atravesar el archipiélago de las Islas Azores, que no suponían peligro pese a también ser portuguesas, puesto que era la ruta normal para la vuelta desde América para los barcos españoles. El viento le ayuda y lo hace a gran velocidad, sin cruzarse con ningún barco.
Pero están ya en agosto y el anticiclón de las Azores les deja sin viento a los pocos días. Pasan una semana sin apenas avanzar. Están ya cerca de la gloria, pero la desesperación y el agotamiento por las bombas de achique, que deben hacer funcionar noche y día, les están dejando exhaustos.
Al fin se levanta el viento y navegan hacia el Cabo de San Vicente. Todavía pasan 14 días, pero al fin, el 4 de septiembre, divisan el cabo, y dos días después, el 6 de septiembre de 1522, entran al puerto de Sanlúcar de Barrameda.
Los sanluqueños ven llegar una nave fuertemente escorada, parcialmente desarbolada, y de la que asoman 18 escuálidos hombres "flacos como jamás hombres estuvieron" (Elcano) que les dicen ser los supervivientes de la armada de Magallanes, y que vuelven de haber dado la vuelta al mundo cargados de especias. Los acompañaban al menos tres indios de las Islas Molucas, de los 13 que habían embarcado en Tidore nueve meses atrás. De inmediato se corre la voz como la pólvora por la ciudad, que se presta a atenderlos.
Ya han dado la vuelta al mundo, pero, orgullosos de su gesta, quieren continuar hasta Sevilla, de donde partieron tres años y veintiocho días atrás. Así, les remolcan durante dos días en la travesía del Guadalquivir.
Entran al puerto de Sevilla fundiendo en salvas la pólvora que les quedaba. Nuestros héroes tienen presente una promesa hecha a la Virgen durante una tempestad que casi termina con ellos cuando viajaban a Timor, y piden cirios. Así, desembarcan uno a uno en procesión, descalzos y con cirios en la mano, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en Triana, para dar gracias a la Virgen. Traen un preciado cargamento de 27 toneladas de clavo, una increíble fortuna para la época. Pero, tal como cuenta Elcano al Emperador Carlos V en la carta que le escribe desde la Victoria anunciando su regreso, "...aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondeza del mundo".
Significó el inicio de la globalización donde mercancías, personas e ideas cruzaron los océanos y nada volvió a ser como antes.
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